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La vida de fiesta en fiesta


En Barranquilla (Colombia) y en las partes del mundo en la que se celebra algún tipo de carnaval, que por lo general es en esta misma época, salimos del ajetreo de diciembre casi que directo a las fiestas del carnaval.


Ahora viene pronto, en 40 días, Semana Santa, día de la madre, día del padre, luego mitad de año, verano en algunos lugares, vacaciones largas para otros. Llega agosto, septiembre, una que otra celebración más, uno que otro feriado, halloween y cuando menos lo esperamos, diciembre otra vez.


Y así entre fiestas, pasa la vida.


En años anteriores vivía la temporada de carnaval como un paréntesis en mi vida, así como pasa en la época dicembrina para varios en donde todo vale y nada importa porque "es diciembre". Y llevado a algo más cotidiano es lo que ocurre para muchos con la figura del fin de semana. Llega el fin de semana y son días libres en donde no existen horarios, ni reglas, ni rutinas si no más bien un momento para descualquierarnos, comer todo de lo que nos privamos entre semana, tomar alcohol, dormir hasta tarde, no hacer ejercicio, desconectarnos y poner la vida en pausa porque es el momento perfecto para descansar y olvidar de eso tan aburrido que pasa entre lunes y viernes que resulta ser, nada más y nada menos, la mayor parte de nuestras vidas.


Y vivir así, escapando y huyendo de nuestra la realidad, si que es duro. La buena noticias es que llega un punto en que esa dinámica pesa más que lo que alivia y nos vemos obligados a cambiar. Y mejor noticia aún, podemos decidir cambiar la dinámica aún así todavía no nos pese lo suficiente. No hay necesidad de llegar hasta ese punto y pudiendo hacer de tu realidad una que te guste vivir, ¿por qué no mejor elegir esa opción para ti en vez de vivir de paréntesis en paréntesis?


Hace unos años decidí vivir la vida de esa manera y ahora, afortunadamente, ni los fines de semana, ni diciembre, ni carnavales son un paréntesis. Ya no son un escape, ahora son parte esencial de mi vida y es más, son amplificación y continuación de la vida como me gusta llevarla. Porque es una vida que me gusta tanto que sigue en las fiestas, y en el disfrute, y en el gozo. Una vida construida y elegida por mi, una vida que está en linea con mis deseos y mi forma de ser y en especial, una vida que me gusta vivir. No espero los fines de semana para disfrutar y ya los domingos no son de bajón y los lunes han dejado de ser tediosos.


Fue un experimento para mi estos carnavales porque me di la oportunidad de vivirlos diferentes y esa es aquí la invitación: darnos la oportunidad de vivir las experiencias que ya son conocidas para nosotros de manera distinta, pues, me parece a mi que si yo no soy la misma persona de hace unos años, y me gusta creer que ninguno de nosotros lo somos, tiene algo de sentido que la manera en la que vivo las cosas tampoco sea la misma de hace unos años y si no es la misma, entonces, ¿cómo es ahora?


Decidí abrirme a experimentar y descubrir qué traerían para mi este año desde la curiosidad. Por una parte, los viví tal cual como me ha gustado siempre: con amigos de todas partes, con disfraces, brillantes, desfiles, música, baile, calle, coge para un lado, coge para el otro. Hubo todo eso que tanto me gusta pero, también, lo viví desde otro lugar en cuanto al alcohol, la comida, el ritmo y los extremos a los que antes me llevaba. Esta vez, elegí ir a los lugares a los que quería ir porque me llamaba la atención y no porque "iba todo el mundo" o porque "es lo único que hay para hacer." Seguí la mayor parte de los días mis rutinas de ejercicio, seguí mi alimentación como me gusta, no tomé alcohol descontroladamente y me disfruté la fiesta desde un lugar muy distinto: estuve de fiesta y no puse mi vida en pausa.


Hace tres años eso hubiera sido impensable. Hubiera salido de fiesta casi que el mes de corrido. No hubiera parado un solo segundo, el ejercicio hubiera sido la prioridad cero, la alimentación llena de fritos, la cabeza en todas partes menos en su lugar y la vida ese mes de fiesta en fiesta. Ya luego acabarían los carnavales, Miércoles de Ceniza, jueves y viernes serían unos días de transición. Empezaría firme el lunes y si me iba bien ese día retomaba mi vida y a esperaría así a la próxima fiesta.


Que diferente fue ahora, ya no aprovecho las cosas desde la necesidad de hacerlo porque sé que van a estar disponibles para mi si así lo deseo y en esa mentalidad hay mucho de poder personal. No tiene que ser una fecha especial para comerme lo que me provoca y tampoco tiene que ser una fecha especial para elegir no hacerlo y bajo ese concepto de libertad y de flexibilidad, las elecciones se vuelven mucho más ligeras y conscientes. Ya tampoco tomo alcohol de la misma manera en que lo hacía antes y ahora, también, disfruto de otras cosas que no disfrutaba antes con tanta pasión. Algo así como madurar, tal vez.


Sí es verdad que la energía colectiva ayuda para estos impulsos pero también depende de nosotros no dejarnos coger ventaja y decidir cómo es el estilo de vida que queremos llevar con o sin fiestas. Al fin y al cabo, decidimos nosotros si en esos tiempos libros escapamos nuestra vida o más bien los utilizamos para construir una vida que nos guste vivir.


Pueden ser las fiestas una oportunidad para olvidarlo todo y vivir en un paréntesis o pueden ser un espacio de mayor felicidad, celebración, conexión y disfrute que utilizamos a favor de la vida que elegimos crear regida por nuestros valores, nuestros propios principios y nuestro poder de decisión. Somos nosotros quienes elegimos dejarnos consumir por ella o decidir a qué le decimos que sí en cada momento.


Me pasó a mi, por ejemplo, que el lunes de carnaval, al final de la tarde decidí quedarme en mi casa y no salir. Debo confesar que toda la mañana lo estuve pensando, ¿será o no será?, ¿cómo no voy a aprovechar?, ¿cómo me voy a quedar en la casa si es carnaval?, ¿y qué tal si está buenísima la fiesta?


Después de estar un tiempo rondando en la mente, me bañé, me puse a leer, a organizar unas cosas y me encarrilé tanto en las actividades que estaba haciendo que decidí quedarme en mi casa. Eso hace 3 años jamás hubiera pasado y fue absolutamente placentero. Me sentía rarísima en mi casa un lunes de carnaval. ¿Leyendo y escribiendo en vez de estar con una cerveza en la mano bailando?. Jamás lo hubiera esperado; que distinta la situación y así igual de distinta la persona que soy ahora.


Fue una delicia hacerlo y darme el espacio de vivir esa fiesta que es tan conocida y de cierta forma tan automática, para mi, de una manera distinta. Lo disfruté al máximo los días que estuve pero ya luego me llegó el momento de parar, de descansar y se sintió muy bien hacerlo. El lunes me costó decidir quedarme en casa pero después al ver el resultado y cómo me sentí, el martes la decisión fue de inmediato. Y ha sido tan valioso poder abrir paso a la transformación de mi identidad y abrirle espacio a esa versión de mi que le gusta leer, escribir, estar en silencio y en quietud porque soy yo en últimas quien debe sostener esa versión mía y reclamarla propia. Si no lo hago yo, nadie lo va a hacer por mi.


Uno cambia y al igual que nosotros, nuestro entorno y nuestras elecciones deben ir acorde para sostener y abrir paso a esas nueva versiones de cada quién. Si nos aferramos a lo que ya somos, ¿cómo vamos a descubrir lo que podemos llegar a ser?


Si a lo mejor ya no me gusta tomar alcohol como antes porque crecí, porque el guayabo ahora me da mucho más duro, porque soy más consciente de lo que consumo, porque ya no me hace falta para disfrutar, que rico poder hacerlo desde la elección y no la obligación y respetar esa decisión y hacerte cargo de ella. Lo mismo con los amigos, con la familia, con el trabajo, con las actividades y con las decisiones: construir en pro de hacía donde quiero ir y no desde donde vengo y así más bien enfocar la vida en lo que puede ser y todo el potencial que tenemos por delante.


Que después de las fiestas no vengan los bajones si no que la energía de la vida se mantenga firme en esa frecuencia siendo fiel a ti mismo en cada situación. En la fiesta, en el trabajo, en lo extraordinadio y en lo cotidiano activando la energía que se requiera de ti en cada momento, sea jolgorio o sea quietud.


Que busquemos eso que nos llena en cada momento y nos sepamos adaptar a las nuevas versiones de cada uno. Saber cuándo seguir por el mismo camino y cuando cambiar y experimentar porque ya eso que hacíamos antes no se siente igual de bien o porque quiero conocer qué más hay para mi y, por supuesto, saber también que podemos regresar al punto de partida


De nuevo, y como tanto me gusta insistir, el truco está en hacernos las preguntas ¿qué se siente bien para mi ahora?, ¿qué necesito yo ahora?, ¿qué quiero en este momento? y una vez tengamos la respuesta, ¡ir por ello!


Estos carnavales fueron fiesta y quietud, celebrar con amigos extraordinarios, baile y gozo y, también, dos días de pura conexión e introspección en silencio, yendo al sol, conversaciones valiosas, aprendiendo cosas nuevas.


Ya veremos el otro año que trae, quizá sean 5 días de fiesta completa, o 3 o ninguno; me dejaré sorprender y darme el chance de descubrirlo y así, no vivir las fiestas, ni la vida, en piloto automático.



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Recuerdos de carnaval:










 
 
 

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