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De luto también se baila

En honor a mi Abuelo Alfonso Martínez, 9 de julio día de su cumpleaños.

Hace unos meses el 16 de abril de este año, murió mi Abuelo y a raíz de su muerte he aprendido, o más bien integrado, un par de cosas.


La primera y más importante, que si bien no divagaré en ella pero vale la pena mencionar es la familia tan maravillosa que tengo y la segunda que sí es el tema de hoy es la transitividad del ser humano (y para que hablemos de lo mismo, se entiende por transitivo: que pasa y se transfiere de uno a otro).


Solemos escuchar "la vida es un ratico" y si bien todos lo sabemos, llevamos nuestras vidas como si fuéramos a ser eternos, nosotros y nuestros seres queridos.

Vivimos en piloto automático sin tomarnos el tiempo de cuestionar y pausar, de reflexionar y agradecer y no nos damos el espacio de hacer los ajustes necesarios, desde nuestro interior, para que el hecho de vivir, dentro de la realidad de cada quien, sea la mejor experiencia posible.


Nunca había visto un cadáver en mi vida y que fuerte es esa palabra, tanto escribirla como decirla. No sentía cercanía alguna con ese término más allá de algún capítulo de CSI New York en las épocas sin Netflix o alguna película de criminología o terror que poco frecuento.


El 16 de abril lo vi por primera vez y era el de mi Abuelo y digo "el de" porque sin duda alguna, ahí no estaba él.


Estaba su cuerpo pero mi Abuelo, esa persona vivaz y alegre, ya no estaba ahí. Es cierto que tampoco había experimentado de manera tan directa la muerte de alguien cercano y al ver a mi Abuelo en esa camilla, ver su cuerpo y no sentir su alma, fue para mi una prueba más de la veracidad y la existencia del alma y las energías, pues ante la evidencia poco se puede discutir.


¿Cómo se explica?, ¿cómo funciona?, no sé y la verdad no se me hace relevante, basta con presenciar un cuerpo sin vida para aceptar la realidad: somos alma y cuerpo y junto a esa realidad existe también la temporalidad del ser.


Somos tan cambiantes y tan diferentes a lo largo del tiempo que lo más probable es que lo que te guste hoy ya no te guste mañana; que lo que quieras hoy ya no lo quieras mañana; que tus intereses de hoy, tus prioridades, proyectos y opiniones tampoco sean los mismos que mañana y así también, las personas, quiénes están hoy, pueden no estar mañana.


A mi Abuelo lo extraño pero sobretodo, lo recuerdo. Mi Abuelo fue un hombre feliz y si algo nos inculcó a quienes tuvimos el placer de conocerlo fueron las ganas insaciables que tenía por vivir.


No sabemos en qué momento pasa pero pasa. Mi Abuelo para mi siempre fue viejo y que muera alguien mayor a ti es el ciclo natural de la vida pero aún así, no vivimos con la consciencia de ello.


Celebramos juntos el 31 de diciembre sin saber que era su último, celebramos su aniversario con mi Abuela sin saber que era su último, celebramos su cumpleaños hace un año sin saber que era su último y si bien fueron sus últimas celebraciones en la tierra, no fueron las mías y tampoco las de sus seres queridos porque así como seres cambiantes, así de transitiva es la experiencia de vivir y si bien mi Abuelo ya no está, nosotros sí y eso hoy lo celebro.


Somos puntos de energías en un determinado momento y así como mi Abuelo, en algún momento los que harémos falta seremos nosotros y con o sin nosotros sigue la vida, siguen las generaciones, sigue andando el tiempo. Todo pasa y se transfiere de uno a otro y la manera de mantener vivos a los que partieron de cuerpo, es a través de la memoria y siendo nosotros el reflejo de un pedacito del alma de quien ya no está.

Hace dos semanas, el 26 de Junio celebramos el cumpleaños de mi Mamá en Barranquilla. Era un almuerzo "sencillo" con la familia (y entre comillas porque nada de lo que ella hace es digno de ese nombre). Vinieron mis tíos, primos y abuela de Cartagena, mi hermana, mi cuñado y mis sobrinos de Bogotá para la celebración y en aras de celebrarlo todo, entre mis hermanos y yo, decidimos llevarle a mi mamá de sorpresa un Son Cubano, fotógrafo y todos los juguetes (al final, las fotos del día).


A eso de las 4 de la tarde, se inauguró la pista (la sala de la casa); entre baile y baile, me le acerqué a mi Abuela quien observaba desde afuera a sus descendientes y le dije: "Abuela vamos a bailar". Me miró con una sonrisa muy suya y me respondió: "No mija, yo estoy de luto".


Al escucharla y sin pensarlo, como si hubiese sido alguien quien puso las palabras en mi boca le respondí: "Abuela yo también estoy de luto, pero el luto lo llevo por dentro".


Ella me miró y me sonrió nuevamente, no recuerdo si nos abrazamos en ese momento pero me gustaría creer que sí, le sonreí de regreso y me volteé a la pista a seguir bailando, ella se quedó en donde estaba.


Siguió la fiesta y siguió el jolgorio. Empezó la segunda tanda del Son Cubano y regresé donde ella. Esta vez estaba sentada en el sofá y me le acerqué extendiéndole la mano y le dije nuevamente, "Abuela vamos a bailar".


En ese momento estaba mi hermano Roberto y mi prima Valeria junto a mi y entre los tres la sacamos a bailar que la verdad, a estas alturas, no hubo mucha resistencia de su parte.


Llegamos a la pista (de nuevo, la sala de la casa) y empezó el Son Cubano en su papel de animador a cantar con ritmo y alegría, "hasta abajo, hasta abajo". Nos pusimos en posición, mis tíos a la expectativa, unos viendo y otros aplaudiendo y ella, junto a sus nietos, con todo el ímpetu y la seriedad del caso, entre aplausos y barras, nos complació con un gran debút bailando hasta abajo



Mi Abuela está de luto, y de luto también se baila. Esa mujer que atesoro y admiro, lleva un mar de emociones por dentro, no empiezo a entender el momento de la vida por el que está pasando y aún así, con todo el dolor que lleva por dentro mi Abuela no ha dejado de vivir su vida.


Sé que ha llorado, así casi nunca la veamos pero en especial, no ha dejado de sonreír, no ha dejado de levantarse y aunque a veces le cuesta, baila. Baila porque entiende que su dolor no tiene que ser protagonista, baila porque sabe que puede extrañar y reir al tiempo, baila porque sabe que si bien mi Abuelo ya no está, le quedan sus recuerdos.


Mi Abuelo nos transfirió las ganas de vivir y eso es lo que estamos honrando. Hoy en su memoria celebraremos su cumpleaños de la manera que más nos gusta, una celebración en familia con buen comer y beber.


Eso es lo que me deja mi Abuelo y lo que me recuerda todos los días mi Abuela: ganas; ganas de vivir, ganas de querer, ganas de compartir, ganas de celebrar. Celebrar y alegrarse por las pequeñas cosas y lo cotidiano, disfrutar a quiénes tenemos al lado y ser capaces de asombrarnos y verdaderamente atesorar nuestro ratico en la vida.


Una vez le dije a un maestro de yoga "Carlo no me pude levantar para tu clase" con aquel dramatismo que me caracteriza, se ríe y me responde: "Pos que importa, te levantaste que es lo importante".


La vida da mil vueltas y en cualquier momento todo es diferente. Siempre habrá algo que celebrar, agradecer, algo de lo que te puedas enorgullecer y ese algo vale la pena ser reconocido porque el simple hecho de vivir, ya es un motivo de celebración en sí.


Estar despierto ya es un motivo de celebración en sí.


Habrán momentos difíciles, lo sé, yo he estado ahí. Pero en esos momentos oscuros en donde no se ve por ningún lado la salida, aún así hay destellos de luz, cosas sencillas, detalles y personas que pueden hacer de esa tormenta un viaje más llevadero. Hay que buscarlos y aferrarse a ellos y que sea la simpleza y sencillez de la vida la que nos de siempre la energía para salir adelante.


No hay que tenerlo todo en control, no hay que saber cuándo, ni para dónde, ni cómo simplemente hay que confiar que pasará; que pasará ese sentimiento, esa circunstancia, esa emoción y que dentro de esa misma tormenta también puede haber luz. Que puedes estar pasando por tu peor momento pero que en esa oscuridad también hay algo que rescatar porque insisto, la vida en sí es un motivo de celebración.


Regálate un momento y reflexiona, ¿qué celebras hoy en tu vida?


Yo disfruto y celebro celebrar. Celebro hoy la vida en sí y en especial las ganas de vivirla; celebro mis proyectos, a la gente que quiero y que me quiere; celebro a mi familia, a los que estuvieron y a los que están; celebro la escritura, la lectura y a los que me leen.


Hoy celebro, recuerdo y honro a mi Abuelo Alfonso Martínez quien estaría hoy con un whiskey en la mano celebrando sus 89 años.


Abuelo, ¡feliz cumpleaños!.

Sé que tu también me lees.


Con amor,

Isabella.


P.D: En la misa de su entierro leí una carta que de forma muy resumida, refleja su esencia, picara y audaz con la que se enfrentó siempre a la vida, se las comparto aquí.




 
 
 

1 Comment


Laurina Martinez
Laurina Martinez
Jul 09, 2022

Que linda Manera de ver la muerte! Que linda manera de recordar a tu abuelo! Te amo mi reina hermosa♥️!!

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