¡Escribamos basura!
- Isabella
- 4 oct 2021
- 8 Min. de lectura
Actualizado: 31 ene 2022
¿Qué puede salir mal si escribimos basura?. La verdad no creo que mucho; diría Shakira, "después de la basura, la pared".

Escribir basura; esta es una lección que anda rondando en mi vida últimamente. Realmente me concienticé de ella hace poco y, desde entonces, se ha estado repitiendo con frecuencia.
Ahora que lo pienso, es algo así como el algoritmo de Instagram que una vez miras una cosa, no deja de mostrártela una y otra vez. Y si bien no me consta que nos escuchan por Instagram, de lo que sí estoy segura es que el universo sí lo hace de tiempo completo. Mira tú, quién iba a creer que encontraría una semejanza entre el algoritmo de Instagram y el universo; cosas del siglo 21, supongo...
Hace un par de semana estaba hablando con mi Coach, Natalia Lara, y trajo a colación una respuesta que había escrito en un formulario que hay que llenar antes de cada una de las sesiones. Para esta sesión en particular, en el formulario reflexionaba sobre un taller que dicté este Sábado. Era el primer taller que dictaba en mi vida entera y si bien estaba muy emocionada, estaba muerta del susto también. La pregunta que estaba respondiendo era la de "realizaciones que había tenido esta semana" y mi respuesta, textualmente, fue la siguiente:
“Estoy super emocionada por hacer este taller; estoy feliz porque en mi mente estoy pensando tipo “aunque sea un fiasco, será un fiasco espectacular y LO INTENTÉ y lo que quiero es intentarlo, tipo mi objetivo no es que sea un éxito; mi objetivo es intentarlo y dar lo mejor de mi y siento que eso cambia toda la película en cuanto a expectativas, resultado etc.”
Volvamos a leer eso un momento.
"fiasco espectacular"
"mi objetivo no es que sea un éxito"
Interesante ese juego de palabras, ¿no?.
Natalia leyó mis respuestas (las lee con anterioridad a la sesión) y me escribió por WhatsApp sobre ese punto en particular y muy sabiamente, como de costumbre, me respondió: “Recuerda que las palabras tienen poder. Tu objetivo sí es que sea un éxito, pero no estás apegada a esto. Decirlo como lo escribiste, es una forma de protegerte".
Wao.
Decirlo como lo describiste es una forma de protegerte.
Cuando leí eso quedé sin palabras y fue como si algo hiciera click en mi cerebro. En ese instante se me vinieron miles de recuerdos de momentos en los que había usado ese mismo juego de palabras como mecanismo de defensa en el que pordebajeaba mis objetivos por miedo a no cumplirlos o no desilusionarme, ante la reacción de alguien más o incluso, ante el mismo resultado en sí.
"Lo que escribí es una estupidez" sabiendo que es un texto que vale oro; "me voy a poner cualquier cosa" sabiendo que me voy a poner tronco de pinta;"no me sé nada del parcial" sabiendo que si sé mucho y que estudié lo suficiente;"me quedó horrible" sabiendo que me quedó lo mejor que me pudo haber quedado;"lo hice corriendo" sabiendo que aunque lo hubiera hecho con todo el tiempo del mundo lo hubiera hecho igual;"no es nada, es una bobadita" sabiendo que es un gran regalo lleno de amor, al que le invertí tiempo y dedicación. Y así como estos, cien mil otros ejemplos que si los analizamos bien no son más que cuestión de expectativas.
En esta caso del taller, me estaba protegiendo de mis propias expectativas ante el éxito. Y más que a mí, protegiendo a mi ego pues, ¿cómo iba a ser posible, medirme o validarme por un resultado que no dependía de mí?. Ni loca. No había chance que dejara a la suerte un resultado que yo no podía controlar y para qué me iba a exponer de esa manera, mejor vámonos a la segura y que mi objetivo sea intentarlo que eso sí lo puedo controlar y así, sin lugar a equivocarme, garantizo el resultado.
Así, piensa el ego.
¿Medirme? ¿validarme? ¿resultado ¿garantizar?, acaso, ¿quién está llevando la cuenta?. Poniéndolo en contexto, el único fracaso de este taller sería no intentarlo y objetivamente hablando, a la hora de tomar decisiones solo hay dos opciones: tomarla o no tomarla, hacerlo o no hacerlo, intentarlo o no; lo demás, son arandelas.
Esta manera de protegernos lo hacemos de manera inconsciente y no es más que el mecanismo de defensa que usa el ego para evitar sentirse decepcionado y lo entiendo. Lo entiendo, me ha pasado y lo he vivido. Es duro pasar por esa incomodidad, enfrentarse y sentir la realidad de haberte equivocado, vivir el duelo de dejar ir lo que tanto quisiste, equivocarte, fallar, tropezar, sí, pero es solo a través de esta incomodidad que se puede realmente transformar la resistencia.
Esta misma forma de protegernos es en la que nos refugiamos a la hora de no comprometernos. No comprometernos con personas, con proyectos, con sueños. Nos refugiamos en el auto sabotaje porque es más fácil, cómodo, o quizá menos miedoso, no tener eso que tanto quieres a tener que enfrentarte con la enorme responsabilidad de tener eso que por tanto tiempo quisiste. Qué, de esta manera, lo único que logramos es delegar la responsabilidad de tus propios deseos a la situación que estas viviendo, en vez de apropiarte tu de ella; y si no podemos lidiar con la responsabilidad de vivir ese sueño, ¿adivina qué?, no lo vamos a vivir jamás.
Nos auto saboteamos porque no nos creemos posibles o capaces de recibir eso que por tanto tiempo hemos querido. No nos atrevemos a intentar las cosas porque a veces resulta más fácil tener un sueño que cumplirlo porque mejor me protejo, mejor evito sufrir, mejor evito la decepción de intentar y fallar pero quien decide no intentar para no sufrir es como quien decide no vivir para no morir.
Pasa con las relaciones, con los trabajos, con la familia, con todo. Tener éxito, tener amor, tener dinero, tenerlo todo, es una responsabilidad con la que tienes que decidir cargar; y sí, en cualquier momento se te puede caer pero es por eso que día tras día, decisión tras decisión te comprometes una y otra vez con esa carga que tu decides sostener porque así como se te puede caer en cualquier momento, e incluso quebrar, también puede que nunca se caiga; pero la única manera de saberlo, es intentándolo.
Esta lección se resume en el título de este escrito, "escribir basura". Esa exactamente fue la solución de Sabina Urraca, una escritora española, a la hora de enfrentarse al profundo miedo de empezar a escribir; y miren que curioso, la resistencia de ella no estaba en escribir, si no, en empezar a hacerlo.
La historia completa está en un TedTalk que hizo en el que cuenta cómo transformó ese miedo a no cumplir sus propias expectativas (es cortico y vale la pena: click aquí para verlo). Esas expectativas y presiones auto impuestos fueron su peor demonio a la hora de escribir; sentía pavor, miedo, rabia, angustia de correr el riesgo de no cumplir y decepcionar; y, ¿decepcionar a quién?, a ella misma.
Somos nuestro peor enemigo, pero lo bueno es que también es de nosotros mismos de quienes depende nuestra propia transformación.
Sabina lo intentó todo; cambió de computador dos veces pensando que el problema era el computador viejo que tenía y con el nuevo ahora sí lo haría; se mudó de casa pensando que ahora alejada y en silencio lo conseguiría y así otros ejemplos más pero poco sabía ella que lo único que debía hacer era identificar el miedo que sentía, abrir el candado de la prisión interna en la que ella solita se había enjaulado y confiar en su propio camino.
Así que un día, cansada y aburrida de no hacer lo que decía que iba a hacer decidió escribir basura. Cuenta ella en su charla, que solo así, sin entregarse completamente a esa tarea, ni otorgándole la importancia que le había dado toda su vida, importancia que en realidad la había paralizado, fue la única manera en la que se sintió capaz de escribir aquel texto que resultó, exitosamente, en su primera novela.
Y así nos pasa, ¿no?, tan siquiera a mi sí. Me pasa que, muchas veces, busco en mi entorno la respuesta o la solución a mi resistencia, y al hacerlo, lo único que encuentro son excusas inventadas que me confirman el miedo que tengo.
Por ejemplo con el taller que hice, me soñaba (y todavía me sueño) una página web, un diseño de marca, estrategias de comunicación; mejor dicho, la prosopopeya de la vida. Cuando en realidad lo único que necesitaba era empezar, porque si no empiezo, si no intento, si no doy UN paso es absolutamente imposible llegar a donde quiero llegar. Si esperamos a que todo esté perfecto para hacerlo, no lo vamos a hacer nunca; porque siempre, SIEMPRE, hará falta algo y eso que siempre hace falta, no es más que nuestra incapacidad de comprometernos a una decisión y decidir: voy a hacerlo.
Y si tienes miedo, hazlo con miedo. Identifica y observa ese miedo que sientes, dale un nombre y trabájalo. ¿De qué tienes miedo? ¿de fallar? ¿del qué dirán? ¿de qué te des cuenta que eso no era lo que tanto querías? ¿de empezar de nuevo? ¿de recibir? ¿de comprometerte? ¿de arrepentirte? ¿de sufrir?. Cuestiónatelo y descúbrelo y hazte las preguntas que solo tú puedes responderte.
Y si lo que necesitas es protegerte, a través del lenguaje o de cualquier otra manera, hazlo siempre y cuando esa no sea una limitación para atreverte a darlo todo de ti porque ojo, hay una linea muy delgada en protegerse y auto sabotearse. Si para empezar necesitas hacerte el pajazo mental, perdónenme el francés, de escribir basura, pues entonces, ¡escribe basura! pero eso sí, intenta escribir la mejor basura que puedas escribir en ese momento. Quizá mañana escribas una mejor basura, o tal vez lo que escribas sea una peor, pero, ¿qué importa?; después de todo, basura es basura.
Escribe basura soñando que harás una obra de arte porque si tú lo decides, así será. No hagas las cosas con un objetivo de algo, un título, un reconocimiento, hazlas por la emoción que te da el hecho en sí de hacerlas que es ahí donde está la mayor satisfacción.
Encuentra el coraje para abrir la caja de Pandora y atrévete descubrir realmente qué es lo que te impide hacer eso que tanto llevas pensando hacer o qué es eso a lo que tanto le huyes. Te aseguro que, una vez lo descubras, va a valer la pena porque esa sensación de parar y mirar hacía atrás y ver todo el camino que has recorrido no tiene nombre.
Te hago una última pregunta, ¿qué quieres ver cuándo voltees? ¿Lo que pudiste haber hecho y por miedo dejaste de hacer o lo que con coraje y valentía te atreviste a hacer?. Yo, por mi lado, prefiero lo segundo; así eso implique sudor y lágrimas, porque para vivir lo bueno, también es necesario pasar por lo malo; y repito lo que he dicho varias veces, las cosas no son ni buenas ni malas, las cosas simplemente son.
¡Escribamos basura! Ármate la película que te tengas que armar para hacer eso que te llena, eso que te da vida y que te hace crecer como ser humano. Date la oportunidad de vivir, amar y hacer eso que tanto quieres; de atreverte, de estrellarte, de arriesgarte, de volver a empezar. Date la oportunidad de ser la mejor versión que puedas ser porque no es justo contigo mismo ni con el mundo que seas algo distinto a eso.
La vida es una película y para vivirla hay que empelicularse, ¿cuál es tu película?. La mía es ¡escribir basura!.
Con amor,
Isabella
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